Tras el paréntesis dedicado al
Día Internacional de la Mujer ,
retomamos el tema considerando que la Naturaleza no entiende de patrimonios culturales;
su obra de destrucción y construcción no deja de ser hermosa y consigue
empequeñecer la obra humana. Entre el recorrido que hicieron los amigos del
tren que ya vimos y el documento que se ofrece al final de esta entrada han
transcurrido unos 20 años. Suficientes para comprobar lo potente que es la Naturaleza.
Pero he de reconocer con tristeza
que la mano del homo sapiens suele romper
con tozudez el equilibrio ecológico que la Naturaleza teje
pacientemente. Esa es la impresión que me he llevado al visitar de nuevo el
paraje del Puente de Hierro –la corrosión de la chapa está convirtiendo su paso
en una trampa muy peligrosa–; el recinto de la estación de Mirabueno –un pequeño
edificio, sólido y con posibilidad de albergar algún espacio cultural– se
encuentra ocupado y convertido en un recinto destartalado; y un lugar gongorino,
la Huerta de
don Marcos –que es hoy la sede de un pestilente lugar hípico que impide el paso
por un sendero que debería ser de dominio público– ha sido ignorado por las
autoridades políticas y culturales. Y el resto del recorrido está amenazado
porque la propiedad privada tiende a engullírselo.
El olvido de estos lugares
gongorinos, lo describía así en 1998 el periodista Antonio Ramos Espejo: “La
naturaleza como la historia, se vende por parcelas. Y sigue llamándose la Huerta de don Marcos,
aunque nadie quiera recordar, ni allí ni fuera de allí, los dieciocho años que
Luis de Góngora la eligió como guarida creadora”.
He tenido la suerte de dar con una Web que ofrece, junto a las abundantes imágenes actuales del recorrido por la
antigua vía, esta vez en sentido Cerro Muriano-Córdoba, un texto informativo
que explica detalles históricos muy interesantes de esta línea, sobre la que años
atrás hice una propuesta de Vía Verde y un programa de actividades que veremos
en la próxima entrada.