16 abr 2012

El Palacio de Congresos de Córdoba



Palacio del Sur
El tema del Palacio de Congresos está resultando una broma más “a la cordobesa”. Más de diez años dándole vueltas al mismo asunto para, después de gastar nada menos que diez millones de euros –¡cuántos problemas sociales resolverían!– desechar el proyecto del Palacio del Sur de Rem Koolhaas, como acaban de confirmar las autoridades municipales. No estaba mal la idea de integrar la margen izquierda del río al proyecto cultural de la ciudad; es una pena que no se aprovecharan los tiempos de “las vacas gordas”.

Pabellón Cajasur
La nueva propuesta no sabemos qué intereses esconde: el Pabellón Cajasur –la obra de un megalómano– se halla en un lugar marginal acosado por la actividad industrial y ferroviaria en el que hay que invertir unos cuarenta millones de euros.

Cabría preguntarse si el actual Palacio de Congresos no cubre con suficiencia el nivel de actividad congresual y cultural que se desarrolla en Córdoba. Pero si de lo que se trata es de que hay garantías de que con un  edificio nuevo la ciudad se haría más atractiva para ferias y congresos nacionales e internacionales, conviene pensarse bien el cuánto, el cómo y el dónde. Tal y como nos está tratando la crisis más valdría preguntarse  también el cuándo.

Desechado el mejor de los proyectos y el lugar más idóneo, temiendo que se decidan por la peor opción, me atrevo a echar más leña al debate porque creo que me motivan argumentos razonables para exponer mi idea.

Antiguo Silo
¿Conocen el edificio del antiguo Silo? Es un soberbio y sólido edificio de doce plantas de los años cincuenta que lleva varias décadas en desuso, situado en el poniente norte, una de las zonas con más futuro de la ciudad, en el entorno de la estación del Ave. Posee tal cantidad de espacio que, con las reformas adecuadas, podría albergar, además de aparcamientos, un gran salón de congresos y celebraciones feriales, varios salones menores, sala de exposiciones y hasta la posibilidad de dedicar las plantas altas para hotel.

Sigue perteneciendo a la Administración del Estado por lo que, si algún arquitecto audaz se atreviera a proyectar su adaptación, posiblemente se tendría un buen complejo congresual con los cuarenta millones que quieren gastarse en un bodrio.

Conviene ir pensándolo por si llegara el tiempo milagroso en el que fluyan los caudales. Aunque, si la conciencia cívica sirviera para algo, más valdría estar gastando los escasos recursos que deja la crisis en paliar primero la situación de empobrecimiento que están sufriendo las familias más desfavorecidas y apañarnos con el actual Palacio de Congresos que para un pueblo no está nada mal. COMENTARIOS

2 abr 2012

Vía Verde Córdoba-Cerro Muriano (y 2)



Hoy reconozco que pequé de ingenuo hace casi ocho años al valorar estos lugares como paradisíacos al ver el abandono y la degradación que están sufriendo: los caminos y los espacios se han privatizado y ocupado de forma anárquica y deprimente en tan pocos años.

A pesar de los lamentos, la crítica y el desánimo, me atrevo a pensar que esta ruina se puede convertir en vida cultural y deportiva. Son muchos los grupos de senderismo –ya vimos algún ejemplo en la entrada anterior– que recorren la línea, a pesar de las malas condiciones en las que se encuentran algunos de sus tramos.

Creo que sería oportuno recordar una idea de las que planteé en 2005 con el pretexto de la Capitalidad. Se trataba, en su momento y hoy reivindico antes de que sea demasiado tarde, de desarrollar, mantener y facilitar el acceso a una Vía Verde sobre este trazado de la antigua línea del ferrocarril entre Córdoba y Cerro Muriano, partiendo del antiguo apartadero de Mirabueno, en las proximidades del barrio de El Naranjo (hacer clic más abajo en "Cerro Muriano" para ver una panorámica del lugar: la antigua Huerta de don Marcos, abajo; a la izquierda, el apartadero de Mirabueno; y arriba, el Puente de Hierro. Desplazando el mapa con el ratón, manteniendo el clic, se puede seguir el rastro de la línea hasta Cerro Muriano).

Cuando todavía este paraje donde se inicia el recorrido no había sido dominado por la basura y el caos –el resto del tramo está, por suerte, en manos de la naturaleza, salvo en lo que se refiere al material expoliado y a alguna alambrada que corta el paso–, simulé que el proyecto se había hecho realidad y se anunciaba para atraer visitantes. Esta es una síntesis del proyecto que concebí cuando el tren dejó de circular: