20 ago 2013

Pensiones con futuro (y 9)

¿Es viable la propuesta del Frente Cívico: Ninguna pensión por debajo del SMI?

En una entrada anterior (11-2-2013) titulada El carnaval de los perversos, incluía un provisional decálogo del Frente Cívico Somos Mayoría, cuyo primer punto dice lo siguiente:
1. Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de 1.000 euros al mes. Ninguna pensión por debajo del SMI. Aproximación de la prestación por desempleo al SMI. Planteamiento de la Renta Básica en situación de carencia.

No deberíamos dejar de pensar que los salarios y las pensiones están íntimamente ligados a la dignidad de la vida de las personas menos afortunadas. El capitalismo basa sus políticas en desatender las necesidades más elementales de las clases bajas. En este sistema, las pensiones son solo una parte del botín que pretenden apropiarse los saqueadores. 

Las consecuencias de las políticas neoliberales que propician la tropelía pueden ser terribles no solo para las clases bajas, sino para todos los ciudadanos que se hallen excluidos de la clase social que domina el poder económico. Noam Chomsky lo anticipa temiendo que la plutonomía (el sistema económico de menos del 1% de la población, riquísimos) domine impunemente al precariado (más del 99% de la población, desposeída de sus derechos y cada vez más empobrecida). Es decir 70 millones de poderosos de este mundo explotando las vidas de más de 7 mil millones de personas. 

Este panorama nos permite concluir que la aplicación de la propuesta del Frente Cívico, no solo en cuanto a las pensiones, es un reto a la voluntad política que supera el rango económico. Por lo tanto hay que forzar el cambio radical de la tendencia actual. Primero, porque estos políticos no lo van a hacer. Segundo, porque hay que parar el precipitado desmantelamiento del estado del bienestar —que afecta directamente a los más vulnerables— y defender los auténticos valores de la democracia. Tercero, porque, como ya venimos argumentando, sí hay recursos y políticas alternativas para lograrlo al mismo tiempo que están comprometidas a respetar los Derechos Humanos y la Carta de la Tierra. 

Y no hay duda de que el asunto se debe afrontar desde la política o no habrá solución. Insistimos en esto, como afirmó alguien nada sospechoso de progresista —lo cita el profesor J. Fontana— , se refiere al ex secretario de Estado de EEUU (durante el mandato conservador de Nixon) a propósito de haber dejado en manos de expertos los asuntos económicos: “Solo más tarde aprendí —dirá Kissinger en sus memorias— que las principales decisiones en política económica no son técnicas, sino políticas.” Y nos podemos preguntar: ¿No es esto válido para defender nuestros derechos?

Si no conseguimos parar estas políticas de locos, mejor dicho de avaros compulsivos, el mundo que verán nuestros descendientes será mucho peor que el que estamos padeciendo en la actualidad. Se agrandará el abismo que ya existe entre los ricos que gozan de todos los privilegios y los que se verán sumidos en la precariedad más absoluta, como anticipa Chomsky. Se configurarán dos mundos cada vez más distanciados entre sí: el de las minorías que gozarán del estado del bienestar y el de las mayorías que padecerán el estado del malestar. Incluso las pensiones actuales serán consideradas en el futuro como un logro de la Edad Dorada de los antiguos ciudadanos.


Todo eso podrá ocurrir si desde este momento la mayoría, hasta ahora ciega o resignada, no usa el poder de su voz y de su voto para tratar de impedirlo. 

15 ago 2013

Pensiones con futuro (8)

¿Hay alternativas? 

Las medidas no serían técnicas, sino políticas. Nos sentimos atraídos por la utópica propuesta del decrecimiento, frenando el desarrollo suicida en el que nos ha embarcado el sistema capitalista, y la redistribución de la riqueza. Esto solo es realizable desde un cambio radical de política, sustituyendo el sistema productivo actual por otro más tecnológico que mantenga los ingresos sin dañar el medio y desarrollando políticas de igualdad protegiendo a los más débiles. La alternativa se podría basar en medidas como las que se sugieren en estas propuestas básicas:

1ª Subir la pensión mínima a 1.000 euros porque las actuales, como se ha comentado, son claramente insuficientes para cubrir las necesidades más básicas. Las pensiones mínimas en España, como vimos, son de las más bajas de Europa. El citado Ciudadano Pérez piensa que: “Con independencia de los ajustes paramétricos que precise el sistema, una reforma en serio de la Seguridad Social, exige que se establezca una pensión mínima cuya cuantía permita vivir con dignidad los últimos años de la vida de una persona”.

2º Estrechar la banda entre las actuales pensiones mínima (631) y máxima (2.548) que facilite el equilibrio del fondo. Los beneficiarios de pensiones más altas, no solo vivirán de media 10 años más y disfrutarán de las mismas prestaciones sociales complementarias, sino que dispondrán de más recursos privados en el momento de la jubilación.

3ª No retrasar de forma obligatoria la edad de jubilación ya que hay que tender a trabajar para vivir, no a vivir para trabajar. Además, lo que se gana por un lado en cotizaciones, se pierde por otro en nuevos cotizantes y no contribuye a aliviar el desempleo. Pero, ¿ampliar la vida laboral? ¡Naturalmente! Por abajo, para que todo joven de 16 años, que lo desee, tenga la oportunidad de trabajar y cotizar suficientes años en beneficio propio y de sus conciudadanos ya jubilados. 

4ª Desarrollar políticas que faciliten el acceso de la mujer al empleo hasta alcanzar niveles del entorno europeo. Incentivando la natalidad (prestaciones económicas familiares, servicios sociales…), aplicando un criterio de igualdad de género en el campo laboral y en la productividad social, con horarios flexibles y compartiendo la conciliación familiar.

5ª Facilitar la integración de la población inmigrante con todos los derechos. La proyección de esta población hacia 2050 podría alcanzar los 16 millones (según el INE). La impredecible incidencia demográfica que aportará este factor puede llegar a trastocar todas las previsiones, probablemente de modo positivo. 

6ª Analizar a fondo los casos de jubilación anticipada para no dejar desprotegidos a los trabajadores que estén sin empleo en el último tramo de su vida laboral y a los discapacitados o a aquellos que sufran un deterioro de su salud. 

7ª No apostar por el crecimiento sin límites de la productividad. Invertir en I+D+i para que el desarrollo económico cambie el concepto clásico de productividad que no valora el impacto medioambiental. Ese crecimiento hay que considerarlo como no sostenible por no ajustarse al principio 7º de la Carta de la Tierra. Hay que aprovechar las posibilidades que el conocimiento y la información pueden aportar en el futuro a las nuevas formas de producción, sin dejar de poner el acento en la calidad por encima de la cantidad en todos los parámetros de la vida laboral y social. Sería también deseable la conjunción de eficientes sistemas económicos —eliminando el factor del lucro capitalista— como la Economía del bien común, el cooperativismo, la colectivización (según sectores), control del mercado y de los canales de distribución e introducir modelos conservacionistas aportando un nuevo concepto del bienestar acorde con el ecologismo, la desglobalización y el decrecimiento. 
8ª Tender a equilibrar los ingresos y gastos de las pensiones mediante aportaciones con cargo a los presupuestos generales del Estado —los artículos 41 y 50 de la Constitución deben interpretarse en este sentido, así como del 22 al 25 de los DDHH—, con una política fiscal efectivamente progresiva, con más impuestos a las SICAV y a las sociedades financieras, luchando decididamente contra la evasión y elusión de capitales, contra la economía sumergida —que asciende a casi 80.000 millones de euros e incide directamente en las cotizaciones—, suprimiendo los privilegios de la Iglesia. Tampoco conviene olvidar que los más de 40 mil millones prestados a la banca, que difícilmente serán recuperados, constituyen una deuda ilegítima puesto que no está destinada a cubrir los intereses de los ciudadanos, como exige la ley. Todo supondría más de 200 mil millones de euros. Además, se podrían sacar de la SS los gastos del subsidio de desempleo y del FOGASA, como ya se hizo con los de Sanidad. ¿Hay o no hay dinero para las pensiones?

Que sí hay posibilidad de obtener recursos para las pensiones lo seguiremos comprobando con otros datos consultados por Alondra, comentarista asidua de este blog: «Estoy totalmente de acuerdo en que el futuro de las pensiones no estaría amenazado si existiera voluntad política de aportar los recursos necesarios. Se podrían sustraer, entre otras, de partidas como:

5 ago 2013

Pensiones con futuro (7)

De lo expuesto hasta ahora se deduce que el acoso a las pensiones y su supuesta inviabilidad han creado una opinión pública generalizada que provoca el miedo al futuro de las pensiones, como venimos repitiendo. Los recortes emprendidos aprovechando la crisis no obedecen a unas medidas coyunturales para paliar el efecto de la misma, sino a una estrategia premeditada para debilitar al Estado y consolidar los poderes económicos. Para conseguirlo ocultan las alternativas posibles y juegan a la confusión manipulando verdades a medias como estas:

1º Es lógico pensar que la proyección a largo plazo de la población española parece indicar que podrá haber dificultades para cubrir los gastos de las pensiones futuras con el aporte exclusivo de los cotizantes. La relación actual es de 2 cotizantes por cada pensionista (16 millones de cotizantes costean a 8 millones de pensionistas. Los más pesimistas creen que hacia 2050 la ratio podría caer a 1,6). Sin embargo la solución del problema se suele ocultar: Por un lado, menos trabajadores, con mejores recursos técnicos, pueden aportar mucho más al PIB, como ha pasado en los últimos cincuenta años; por otro lado, seis millones de desempleados podrían resolver completamente el problema si las políticas tendieran al pleno empleo, cosa que aborrece el gran empresario porque perdería el control sobre los salarios.

2º Las previsiones de crecimiento indefinido de la productividad, tal como hoy la concebimos, son bastante dudosas porque los efectos de la crisis están siendo muy profundos y prolongados. Es cierto pero, en todo caso, lo que hay que cambiar es el sistema productivo porque, con el actual, la cuota ecológica sería incompatible con la calidad de vida en el planeta. Pero eso no quiere decir que el PIB no pueda crecer y que el reparto de la tarta no pueda ser solidario con los pensionistas.

3º Las pensiones —aseguran— no serán sostenibles. Pero hay que saber que en España el 70% de las pensiones no superan los 1.000 euros mensuales. La pensión media contributiva es un 25% de la de la UE, y la no contributiva casi un 50%. Con una pensión mínima contributiva actual de 630 euros y la no contributiva de 365 euros, teniendo que pagar cada vez más servicios privatizados y crecientes impuestos indirectos, copagos, además de otras cargas familiares, a las personas mayores les esperarían unos años duros bordeando la pobreza al final de la vida. Esta situación es la intolerable.

4º Las políticas actuales, que el gobierno califica de coyunturales para salir de la crisis, son para quedarse, para cambiar la estructura político-económica según la doctrina neoliberal incitando a caer en la trampa de los fondos de pensiones. Rechazan como cosa del diablo aportar recursos del Estado. La propaganda, al insistir en que las pensiones no son sostenibles, engaña a la opinión pública y genera el miedo suficiente como para que se acepte el cambio de paradigma sin crítica ni oposición. ¡Que viene el lobo! Pero, ¿quién es el lobo? Se está imponiendo, ante la inoperancia de una ciudadanía engañada, la banalización de la opacidad, de la mentira, de la desvergüenza y de la corrupción, mientras se desmantelan los servicios sociales.

Conviene hacer una consideración antes de cerrar el capítulo que nos ocupa por su proyección sobre las nuevas generaciones. Los Presupuestos Generales del Estado incluyen los gastos de cada año, como es sabido. Pero, así como los gastos en Defensa se mantienen por una interesada y falsa idea preventiva, otras partidas anuales están, o también deberían estar, orientadas hacia el futuro, es decir, basan su necesidad en la solidaridad intergeneracional, movidos por un sentimiento y una determinación social de garantizar un patrimonio colectivo —hoy por ti, mañana por mí— que beneficie a las generaciones futuras. Hablamos de Educación, Pensiones y Ecologismo. Esta voluntad colectiva se tiene que reforzar con la práctica política desde lo público. 

Pero si las políticas neoliberales insisten con su propaganda en asustar con la cantinela de que las pensiones, la educación y el gasto en medioambiente son una carga insoportable para el Estado, los ciudadanos acabarán asumiendo que la mejor política es que los gobiernos se desentiendan de lo público en beneficio de lo privado. ¡Que cada cual aguante los embates de la vida como buenamente pueda! Así, la sociedad atomizada, no reaccionará. Con estas políticas se propaga el individualismo egoísta y se destierra el socialismo solidario, dejando indefenso al precariado. Incluso las leyes que cohesionan la vida pública —salvo aquellas que protegen a los poderosos— serán consideradas como un atentado contra la libertad de los individuos. El autoengaño justificará que la mejor defensa sea la que ejercen los propios ciudadanos usando sus recursos y su fuerza. Es la tendencia que observa en EEUU Tony Judt en su libro Algo va mal. Esta otra moda del Imperio nos va a seguir contaminando, si no lo impedimos.

Continuarán las pensiones