Con un monitor, un comando y un
aparatito volador no tripulado, situado en un lugar remoto, se puede localizar
un incendio, un prófugo, un barco a la deriva, provocar un atentado terrorista o
decidir un ataque a un objetivo militar. Una vez más la técnica, que utilizada
para fines pacíficos dignifica al ser humano, termina enfrentándose al riesgo
de ser utilizada violando los principios éticos y los derechos humanos, incluso
por aquellos que dicen defenderlos.
No, no son juguetes. ¡Ojo con ellos!
En manos de terroristas, las consecuencias pueden ser trágicas. Pero no seamos
ilusos, porque nadie puede saber dónde están los límites de la maldad en este
cochino mundo de fervores patrios, de codicia y de poder. Todo un Premio Nobel
de la Paz, para más señas Presidente del supuesto país más poderoso del mundo,
al tercer día de su mandato ya ordenó un ataque con este juguetito. Sí, ese
salvador del mundo, el mismísimo Obama. Vio que así se ocultaba la imagen
violenta de una invasión militar, sin víctimas propias y con un coste
infinitamente menor. Una de cada cuatro víctimas, es civil, pero las víctimas
civiles colaterales son consideradas como gajes de cualquier acción bélica. De
esta forma la guerra adquiere un sesgo limpio, casi light. En resumen, estas acciones son ejecuciones extrajudiciales
impunes, aunque violen todas las convenciones internacionales. Y es un sistema relativamente
barato que se está extendiendo para todo uso, sin complejos.
En Andalucía ya hay dos centros de
drones (Jaén y Huelva). Su utilidad positiva es indudable. Es una maravilla
observar las imágenes captadas a vista de pájaro, casi al alcance de la mano, de
monumentos, de paisajes, de las actividades deportivas más dinámicas, con todo
lujo de detalles. Se pueden localizar sin riesgo, en los lugares más
inaccesibles, accidentes aéreos, naufragios, montañeros desaparecidos,
suministrar víveres, ayuda sanitaria o material de emergencia con drones concebidos
para estas complicadas situaciones.
No nos dejemos engañar por la
apariencia: no es un mosquito; es un micro dron. ¿Qué trabajo se le puede
encomendar a este increíble bichejo? Observemos su engañosa anatomía: su trompa
es una diminuta jeringa con su correspondiente aguja. ¿Puede salvar una vida
inyectando el medicamento milagroso a un accidentado inaccesible? Sería
magnífico. Pero imaginemos qué supondría este instrumento en manos de un
asesino que cambiara el medicamento por una sustancia letal. La impunidad
aparentemente es total. ¿Ciencia ficción? Hay que considerar que la tecnología
está al alcance de quienes la puedan costear (en Internet están a la venta
estos artilugios). Es inminente la regulación de su uso civil. La vigilancia
policial se supone que se empleará para evitar toda forma de delincuencia.
Como el tema parece inagotable, a
propósito de la función policial, terminaremos alertando sobre algo que está
ocurriendo en todos los países del mundo: el poder está utilizando a la policía
como instrumento de represión contra la ciudadanía para reprimir las
manifestaciones que protestan por los abusos, por la corrupción, por las
injusticias y por los privilegios de las clases poderosas. Para ello emplean
cada vez más medios sofisticados que les permitan emplear la violencia contra
las personas con impunidad e indiscriminadamente, consiguiendo atemorizar al
pueblo para que acepte de forma sumisa las políticas que imponen los amos del
mundo con la connivencia de los gobiernos aunque hayan sido elegidos
democráticamente. En el futuro
padeceremos la presencia de drones y otros robots policiales (convenientemente dotados)
que, sin nadie mancharse las manos, vigilarán y, en su caso, reprimirán
violentamente las manifestaciones (que son un derecho democrático) consideradas
ilegales por leyes como la actual Ley Mordaza que, con el pretexto de velar por
la seguridad ciudadana, impone un gobierno mayoritario que, incumpliendo su programa electoral, ha llegado a
convertir al pueblo soberano en víctima de sus políticas.
Todo esto ocurre, paradójicamente en
una democracia, porque la mayoría de los ciudadanos y de las ciudadanas, por
ceguera o por miedo, siguen sin querer enterarse de que tienen derechos y de
que tienen la obligación de defenderlos, no solo en las urnas sino participando
de forma pacífica en los movimientos reivindicativos ciudadanos: La democracia
no es un regalo; es una conquista permanente.