Hay poblaciones enteras catalogadas
por los poderosos de este injusto mundo “civilizado” como no gente, es decir seres humanos que no son tratados como tales. El
caso de la población palestina es uno de tantos ejemplos: a Israel se le está
consintiendo convertir la franja de Gaza en un infierno, desoyendo las
resoluciones de la ONU. La mala conciencia de los gobiernos suministra ayudas
pero no tienen voluntad de resolver el conflicto.
Desde 1948 los palestinos fueron
desplazados de sus tierras tras la creación del estado de Israel en 1947. Se
vieron obligados a refugiarse en la franja de Gaza, un espacio de poco más de
300 km2 , una superficie algo menor que el municipio de Lucena
(Córdoba) que tiene unos 50.000 habitantes, con una densidad aproximada de 120
habitantes/km2. La actual población de Gaza es nada menos que de un
millón ochocientos mil habitantes, con una densidad de población de 5.000
habitantes/km2, una de las más altas del mundo. Aquí tiene lugar una
de las tragedias genocidas más salvajes perpetrada durante más de medio siglo por
congéneres que parecen haber olvidado sus sufrimientos padecidos en el
holocausto.
En el año 2005, Israel retiró el
ejército de la franja para hacer creer que la ocupación había acabado. Sin
embargo estableció unos controles desde las fronteras (véase el mapa) creando
una zona de exclusión de 500 m. vigilada por cámaras y con armas automáticas
accionadas desde Tel Aviv que ha ocasionado numerosas víctimas. Esta área se
amplía con otra de alto riesgo que puede alcanzar los 1.500 m. Eso supone restar
a la franja hasta un 3% del territorio, en lo que era un espacio agrícola. El
bloqueo se completa con el control aéreo y marítimo llegando en la actualidad,
tras la ofensiva militar de este verano, a confinar a la numerosa población en
poco más de la mitad de la superficie de la franja.
Además del control y de la amenaza
continua sobre la población y los cierres de la frontera, agravado desde 2007,
en 2009 tuvo lugar la terrible ofensiva militar Plomo derretido que dejó 1.500 muertos. Otra ofensiva tuvo lugar en
2012. Este verano la crueldad y la violencia de la ofensiva ha superado todo lo
imaginable: más de 2.000 muertos (entre ellos 500 niños), más de 10.000
heridos, barrios enteros desaparecidos (22.000 casas totalmente destruidas),
bombardeados hospitales, escuelas, fábricas, mercados, centrales eléctricas,
abastecimiento de agua… Se lanzaban octavillas por la mañana avisando a la
población para que se desplazara al sur porque iban a bombardear el norte; por
la tarde avisaban para que fueran al norte porque iban a bombardear el sur. La
población, agotada, terminaba por no desplazarse (la información internacional
habla de evacuación, que significa trasladarlos a un lugar seguro; es una
información engañosa porque en Gaza no hay lugar seguro: es una ratonera). El
terror y el estrés, sobre todo en niños, ancianos, enfermos y heridos se
instala en el ánimo de la población. Esto se agrava con la pérdida de
familiares y vecinos, quedando desestructurados todos los vínculos sociales y
dejando una población de individuos aislados, sin casa, sin alimentos, sin
agua, sin hospitales donde acudir, sin escuelas, sin tiendas, a merced de la
suerte de ser localizados por los agentes de la ayuda internacional.
¿Qué supone el bloqueo? En Gaza se
han cerrado todos los pasos y anulado los 1.200 túneles por los que entraba
todo tipo de productos necesarios para la supervivencia (ver imagen). Nada ni
nadie puede entrar o salir de Gaza sin el control de Israel. Ni alimentos, ni
material de construcción, En este momento, lo único que se permite pasar con
controles muy severos es la ayuda humanitaria.
Cesada la ofensiva militar, la ONU ha
propuesto a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina iniciar conversaciones para la
reconstrucción (¿será otro gran negocio?). En una primera estimación se calcula
en 6 billones de euros y más de cinco años, en las mejores condiciones, para
rehacer lo destruido. Pero el impacto psicológico sobre la población no podrá
ser superado en muchos años, suponiendo que Israel cambiara su actitud, cosa
que es bastante improbable.
Para decir la verdad, una parte
importante de la población israelí condena esta política que imponen gobiernos
apoyados por una mayoría fanatizada. No es menos cierto que las reacciones de
Hamas se vuelven una y otra vez contra la propia población gazetí. Si la
comunidad internacional y los ciudadanos y ciudadanas del mundo no se empeñan
en exigir la paz, el sufrimiento en Gaza no cesará.
En Córdoba, en el Centro Social Rey
Heredia, se está recogiendo material sanitario (vendas, gasas, antibióticos,
analgésicos, pomadas para quemaduras, guantes, mascarillas…) para enviarlo a
Gaza el próximo día 24.