Ocurrió hace años. Un hecho increíble cambió su vida: Algo lo despertó una
noche. Encendió la luz, pero no vio nada extraño y la apagó. Aparentemente
tranquilo, intentó dormirse de nuevo pero no pudo. De pronto, oyó como un
susurro; una especie de ligero gemido que no supo localizar. Creyó ver cómo se
movían las sombras que apenas emergían en la amenazadora oscuridad a la par que
sonaron crujidos en el armario. Los latidos del corazón empezaron a resonarle
con fuerza en la garganta y se escondió bajo la sábana, sin dejar de estar
alerta.
¡Y, de pronto, ocurrió! Una profunda, débil voz sonó con nitidez. Esta
vez, muy cerca, como de alguien que se hubiera metido en su cama. El terror hizo
que la sangre se le agolpara como un torrente en su cabeza. Creyó que se iba a
morir. ¿Quién eres? preguntó, sin que apenas sonaran sus palabras. No tengas
miedo, soy tú, dijo la voz extraña. Estoy dentro de ti. ¡Eso es imposible!
Estoy viviendo una pesadilla, pensó. Enseguida, como adivinándole el
pensamiento, trató de calmarlo diciéndole: No es una pesadilla, soy tu genio. Has
de saber que en cada persona habita un
genio dormido: yo soy el tuyo. La kafkiana conversación iba añadiendo a su
pánico una creciente perplejidad. Aún así, se atrevió a seguir preguntando: Si
estás dormido, ¿cómo es que me hablas? Ah, ese es el gran prodigio: Todos los
genios que habitan en cada persona están dormidos hasta que algo importante en
sus vidas los despierta; a ti te ocurrió ayer y has conseguido que durante la
noche ocurra el lento despertar. Yo no recuerdo lo que hice ayer. Sí, superaste
tu miedo, ¿no te acuerdas? No. Ah, bueno, ¿lo de mi amiga Cris? Sí, ese
mentecato y machista de Man no dejaba de acosarla desde que la conoció, ¿lo
recuerdas ahora? ¡Claro! Yo sufría viéndola sufrir pero no me atrevía a decir
nada porque Man es muy violento y me temblaban las piernas solo con pensar
enfrentarme a él. Pero te atreviste. ¡Sí! ¡Sí! Y ahora que he evitado el
sufrimiento de Cris me siento otra persona. Pues eso es solo el principio. Con mi
guía te atreverás a unirte a los valientes que se enfrentan a los que hacen
sufrir a los más indefensos…
… A
partir de entonces, ya sin miedo, también salió a la calle para defender los
derechos cívicos frente a los poderosos que se olvidan de gobernar para el
pueblo. Se sintió mejor persona, contagió su alegría de vivir con dignidad y consiguió
que muchas más personas fueran capaces de despertar su genio. Y clamaba para
sí: ¡Nunca más sentiré miedo!