21 jun 2015

LA VERDADERA HISTORIA DEL GENIO DORMIDO



      Ocurrió hace años. Un hecho increíble cambió su vida: Algo lo despertó una noche. Encendió la luz, pero no vio nada extraño y la apagó. Aparentemente tranquilo, intentó dormirse de nuevo pero no pudo. De pronto, oyó como un susurro; una especie de ligero gemido que no supo localizar. Creyó ver cómo se movían las sombras que apenas emergían en la amenazadora oscuridad a la par que sonaron crujidos en el armario. Los latidos del corazón empezaron a resonarle con fuerza en la garganta y se escondió bajo la sábana, sin dejar de estar alerta.

       ¡Y, de pronto, ocurrió! Una profunda, débil voz sonó con nitidez. Esta vez, muy cerca, como de alguien que se hubiera metido en su cama. El terror hizo que la sangre se le agolpara como un torrente en su cabeza. Creyó que se iba a morir. ¿Quién eres? preguntó, sin que apenas sonaran sus palabras. No tengas miedo, soy tú, dijo la voz extraña. Estoy dentro de ti. ¡Eso es imposible! Estoy viviendo una pesadilla, pensó. Enseguida, como adivinándole el pensamiento, trató de calmarlo diciéndole: No es una pesadilla, soy tu genio. Has de saber que en cada persona habita un genio dormido: yo soy el tuyo. La kafkiana conversación iba añadiendo a su pánico una creciente perplejidad. Aún así, se atrevió a seguir preguntando: Si estás dormido, ¿cómo es que me hablas? Ah, ese es el gran prodigio: Todos los genios que habitan en cada persona están dormidos hasta que algo importante en sus vidas los despierta; a ti te ocurrió ayer y has conseguido que durante la noche ocurra el lento despertar. Yo no recuerdo lo que hice ayer. Sí, superaste tu miedo, ¿no te acuerdas? No. Ah, bueno, ¿lo de mi amiga Cris? Sí, ese mentecato y machista de Man no dejaba de acosarla desde que la conoció, ¿lo recuerdas ahora? ¡Claro! Yo sufría viéndola sufrir pero no me atrevía a decir nada porque Man es muy violento y me temblaban las piernas solo con pensar enfrentarme a él. Pero te atreviste. ¡Sí! ¡Sí! Y ahora que he evitado el sufrimiento de Cris me siento otra persona. Pues eso es solo el principio. Con mi guía te atreverás a unirte a los valientes que se enfrentan a los que hacen sufrir a los más indefensos…

… A partir de entonces, ya sin miedo, también salió a la calle para defender los derechos cívicos frente a los poderosos que se olvidan de gobernar para el pueblo. Se sintió mejor persona, contagió su alegría de vivir con dignidad y consiguió que muchas más personas fueran capaces de despertar su genio. Y clamaba para sí: ¡Nunca más sentiré miedo!