En esta viñeta los personajes no critican a quienes cumplen honestamente los principios y preceptos del buen cristiano, sino a los príncipes de la Iglesia que históricamente han ejercido un poder propio de los reinos de este mundo, cuando en el Evangelio se anuncia la sencillez, la humildad y la pobreza de los que deciden seguir a Jesús porque su reino no es de este mundo. Así pues, se critica con justicia la falsedad y la codicia de sus jerarcas.
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